martes, 30 de octubre de 2007

MANUEL FRANCISCO REINA

DEL INSUMISO AMOR

Y que a pesar de todo yo te amé,
maldito hijo de puta de una madre muy noble,
cabronazo cobarde que te empeñas en esa
sumisa vida de escaparate tan hipócrita
que tu risa de anuncio sueña a famosa anémica,
promocionando productos para ser felices.
Y que yo te ame, patria irredenta,
inmerecido amado al que cada segundo
mi pecho se vuelve a pagar su impuesto
de deseo, de grito y de latidos.
Que cada noche me cueste la vida dormir,
por no alejarte,
y levantarme en guerra civil contra los días
porque su luz no me trae tu piel a mi orilla,
y se convierte la cama en un glaciar ardiente
cuyos posos constatan al leerlos
que te amo a pesar de todo,
pues aun en soledad te pienso y te consumo,
aunque sea con daño y violencia.

Que yo te ame y que me cueste
una lucha intestina,
en el pensamiento, en la sangre, en saber
que nada bueno puede nacer de tanto daño,
pero que el dolor es el único agarradero,
clavo ardiente, verdugo que me queda
para que el desengaño me ajusticie.

Y que yo te ame con la violencia entereza
de quien sabe que no vales esfuerzo,
pero que eres tu y no otro
quien hace sonar la manoseada y oculta
cuerda que en mi pecho aguarda ser rota.
Que yo te ame con la hiriente certeza áspera,
con la no dictada mas conocida sentencia
que en mortal escalofrío señalan las médulas
para que los sentires sean edil de abismo;
el vértigo de dolorido intenso
por donde la vida se vuelve una tragedia
de reescritura cotidiana.

Que yo te ame por encima
de mi superlativo orgullo,
que derogue la felicidad posible y terca
que se obstina en ofrecérseme en otros seres;
la potencia de dicha merecida, y el corazón
despeja.

Que yo te ame, y que de forma futurible
comprenda que he de amarte para siempre,
aunque para siempre vaya a alejarme de ti
porque ya no podría olvidar mis cicatrices,
incluso en caso que ofrecieses el cuento de hadas,
hermoso pedazo de carne desposeído
de todo lo que a un hombre le hace ser un hombre
por el no ser persona.
Que tu alma lo ha sido por mis labios deseantes,
que hice relucir el deslumbrante oro
empañado de tu risa
con un atemporal día a día sin reservas.
Porque en tu existencia no hay más verdad
que la fraguada con la sustancia de mis versos,
que la música que te he regalado
sin posible retorno;
que tus ojos no pueden sobrevolar los míos
pues conocen la oscura forma de tu alma débil;
que tu vida es mentira frágil como flor seca
que mi boca puede aniquilar con una sílaba,
auqnue te deje las manos frígidas del tiempo
mientras prosigo mis crédulos pasos amándote,
pues yo no estoy dispuesto a mentirme,
asi me estigmaticen, persigan o condenen,
así el dolor acabe
llenando hasta el vacío.



Gaditano de 1974, Manuel Francisco Reina realiza estudios de Filología Hispánica en Cádiz. Funda la asociación juvenil “Sin límites”, y la revista “Prometeo”. Ha colaborado en diversos medios de prensa escrita. Publica poemas y textos de crítica en revistas. Ha coordinado los encuentros de poesía “Mujeres de Carne y Verso”, primeras jornadas de la creación poética y la mujer”, “Madrid, Estación poética” así como “Madrid y los espacios de la memoria”. Ha ganado distintos premios de poesía y entre sus publicaciones se encuentran: “Razón del Incendiario”, “Naufragio hacia la Dicha”, “Opera Lecta”, “Olimpo busca chico nuevo”, “Mujeres de Carne y Verso”, “La paz y La Palabra (Letras contra la Guerra)”, “Los Santos Varones”, “Del Insumiso Amor”. En el año 2005 coordinó el disco No os olvidamos, en homenaje a las víctimas del 11M, así como la edición especial del C.D.- libro con el mismo motivo. Es autor de novelas como “La coartada de Antínoo” o “La mirada de sal”. Colaborador en revistas y publicaciones literarias, actualmente es articulista de ABC.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que ya te lo devuelvo pronto, el libro.
El poema mejor, mucho mejor.

Cómo dice? dijo...

Te lo hubiera regalado sino estuviera dedicado. Te doy otro año de plazo para acabarlo. Como se enteré...