viernes, 26 de octubre de 2007

MÚSICA EN EL METRO



En Enero de 2007, Joshua Bell, ex- niño prodigio y virtuoso del violín, protagonizó en el metro de Washington a una hora punta un curioso experimento: comprobar si la gente estaba preparada para reconocer la belleza. Como se puede observar en el vídeo es evidente que no. Durante los 43 minutos que tocó, recaudó 32 dolares y nadie le reconoció. Tres días antes había llenado el Boston Symphony Hall, a 100 euros la butaca. ¡Ay pena, penita, pena!

Se arrancó a tocar con su Stradivarius nada más y nada menos que con la Chacona de la Partita nº2 en re menor de J.S.Bach. Está claro que algo no funciona en esta sociedad, vamos perdiendo sensibilidad. ¿O quizás no queremos perder el metro?

¿Si Boris Izaguirrese se hubiera puesto a tocar la zambomba le hubieran hecho un corrillo? ¿Si en vez de la Chacona se toca el Canon de Pachelbel y algún que otro Top Ten de la música clásica hubiera sacado más pasta? ¿Hubiese dado otro resultado en otra ciudad del mundo? ¿Hubieramos llegado tarde al trabajo por pararnos a ver a un virtuoso del violín?



Ara Malikian violinista de la Orquesta Sinfónica de Madrid, repite el experimento que ya hizo "The Washington Post". Se ha plantado con su violín, una reliquia del siglo XVII, en el metro madrileño de Nuevos Ministerios. Tocó piezas de Bach y Sarasate, que nadie pareció reconocer. Durante el tiempo que estuvo tocando tan sólo consiguió recaudar poco más de cinco euros.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

El metro es un lugar de paso, de prisas, de viajes...no creo que sea el mejor lugar para que la gente se pare a escucharte, por muy virtuoso que seas.Sería mejor una plaza, un parque..., en un día soleado claro.
De todas maneras, vivimos en una sociedad que dedica poco tiempo a escuchar a los demás. HE DICHO.

Cómo dice? dijo...

Puede que el metro no sea un lugar adecuado, pero la belleza es algo que se debería de percibir en cualquier momento, independientemente del sitio.